Querido subnormal.

 Querido príncipe que se hizo pasar por tierno y encantador y que no fue mas que otro sabio mentiroso, embaucador: vengo a plasmar mi más sincera enorabuena pues has sabido desestabilizar mi más profunda calma y romper los esquemas en cuestión de segundos. Vengo a darle las gracias por todos y cada uno de los golpes y desilusiones que me ha causado con su sonrisa de niño tímido y despreocupado, por cada uno de los sueños utópicos entregados y que ahora no son más que cristales rotos y esparcidos por el parqué, por todas esas caricias mañaneras de papel, por todos esos revolcones antes de mi ya tan típica súplica "esta noche quédate" y por todas las sonrisas escondidas tras una foto en blanco y negro y que ya no cuelgan más de esa nuestra pared...